El otro dia una amiga me contaba que se había encontrado con el amor de su infancia casualmente por la calle, “en 10 minutos retrocedí 15 años de golpe, me sentí tan cómoda como cuando pasábamos horas y horas juntos sentados en un parque hablando de todo, jugando, riendo… Nunca fuimos más que amigos, sólo éramos niños!” No lo recordaba como algo tan especial hasta que no me lo encontré y vi en él al niño que tanto me gustaba – me decía.- Nos hemos agregado a Facebook y quizá quedemos algún día, pero sabes que? – continuaba- Aquellos momentos nunca volverán, ahora somos adultos, tenemos otras preocupaciones, otros amigos, otra vida… y aunque seguimos siendo los mismos, teniendo la misma complicidad, es inútil pensar que aquello se puede repetir, porque nunca nada vuelve a ser igual, nunca, todo es etéreo, temporal… nada vuelve. Sólo permanece el recuerdo y lo veré así, como un tesoro! – Concluyó.
Sus palabras me hicieron pensar mucho; cuantas veces estamos haciendo cosas y al mismo tiempo estamos pensado “a la próxima…” sin ni siquiera haber digerido lo que está pasando ahora, vamos acelerados, pensando en mañana, en la próxima vez, en el mes que viene, y pocas veces nos paramos a pensar que “eso”, lo que estamos haciendo y viviendo ahora mismo, nunca volverá, nunca será igual, será parecido, similar o quizá ni siquiera. Y si no hay una próxima?
Como decía el poeta Machado
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Me hizo hacer un flash back de mi vida y pensar en todas aquellas cosas que he hecho, que recuerdo y guardo en mi mente como tesoros y que jamás volverán, aquellas cosas que piensas que contaras a tus nietos y que tan feliz te han hecho, cosas simples y sencillas que sólo pensar en ellas te iluminan los ojos… los juegos de la infancia con mi hermana, mil batallas con los playmobils, los coches, las barbies; los veranos en casa de mis abuelos jugando con los melones y las patatas de los campos, descalza detrás de mi abuelo mientras él regaba los campos, inventado sandalias con sus trozos de madera y cuerda de pita, haciéndome pulseras y collares con las camisetas de mi abuela… unos no están, otros son ya muy mayores y otros ya no tenemos edad para jugar.
Recuerdo los veranos fuera, charlando en ingles con mi amigo, sobre el mundo, la vida, nadando en el rio… él ya tiene su propia familia, sus nenes a quienes enseñará a nadar alli… viajes que nunca se repetirán, aunque vuelvas, serán otros ojos los que verán esos lugares, serán distintos, ya no lo verán todo con la virginidad de la primera vez; Noches de fiesta, de charla hasta el amanecer, conversaciones de café, grandes momentos, grandes amores, amigos con los que compartes mucho y luego la vida te separa, “quedaremos, nos veremos, nos tenemos que juntar, iré a visitarte…” eternas promesas que solo tratan de atrapar el tiempo, vendrán otros momentos, diferentes, otras personas … pero como decía Becquer, “esas… no volverán!”
Si cada día pensáramos que las cosas que estamos haciendo, los momentos, lo que compartimos es único, irrepetible, que el presente es efímero, que jamás volverá, si valoráramos el Hoy, tanto como apreciamos el Ayer, disfrutaríamos mucho mas de la vida, de todo lo que nos rodea, no pensaríamos “Ojala hubiera…” porque lo hiciste!!
Vive siempre como si este fuera el último día de tu vida, porque el mañana es inseguro, el ayer no te pertenece y solamente el hoy es tuyo.
San Maximiliano Kolbe
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