Bendito sueño, que todo lo ordena.
No me gusta mucho dramatizar, tiendo a relativizar, creo que
todo es mucho más sencillo si le quitamos el tono de gravedad. Pero los días que en los que duermo poco, el
cansancio viene siempre acompañado de cierta negatividad y a hacer parecer todo
más grave de lo que es en realidad y si a eso le añadimos una circunstancia que
te hace pensar y te aporta sensaciones negativas, estamos ante ¡la tormenta perfecta!
Una siesta siempre es una buena solución, pero cuando esto
no es posible y te ves metida en tu propio bucle de sensaciones negativas que
se retroalimentan... buff!! Te rondan por la cabeza, van y vuelven y crecen, crecen, crecen... Eres consciente de que se debe a tu estado de
cansancio extremo, pero... ¿en su totalidad? ¿o el cansancio tiende simplemente
a exagerarlas?
Decides no recrearte, no darles alas e irte a dormir, el
agotamiento es más fuerte que tu lucha interna. A la mañana siguiente te levantas
increíblemente enérgica y sonriente! La
tormenta ha pasado, ha salido el sol y el cielo está despejado, pero el agua rebosa
por encima de las macetas, las miras y sonríes,
ha llovido y el agua ha calado, el asunto está zanjado, no necesitas
pensar más, el cielo se ha despejado y las conclusiones han venido solas.
Si ya dicen que antes se muere uno de no dormir que de no
comer, ¡bendito sueño, que todo lo ordena!